Supongo que si lees el blog de Laura, es porque eres un inconformista. Que quieres más y mejor. Que quieres tener ideas geniales. Que quieres encontrar tu fórmula, tu camino hacia el éxito. Y en la vida de un diseñador, buscar esas ideas estupendas, ese camino adecuado, no siempre es fácil. Si lo sabré yo.
Por ponerte mi ejemplo, yo soy diseñadora industrial de formación, pero la verdad, es que hoy en día ya le doy a todo tipo de diseño, web, gráfico, de espacios… y ahora, también, doy consejos sobre creatividad a emprendedores. Todo han sido oportunidades que han ido apareciendo en mi vida, alrededor de proyectar, de tener ideas. Soy una auténtica partidaria de la reinvención profesional, de que cada uno puede ser lo que quiera ser si le da un poco al tarro y consigue crear algo bueno; y de que, en la búsqueda de caminos, de estos hay tantos como personas. Y como ideas.
Pero, ¿qué pasa cuando nos quedamos sin ellas? ¿No se supone que un diseñador tiene que tener muchas? ¿No tiene que ser creativo todo el tiempo?
No sé a ti, pero a mí desde luego, a lo largo de mi época como estudiante, nadie me ha enseñado a ser creativa ni a hacer crecer mi ingenio. Al contrario, me decían que tenía que estudiar un temario concreto y pasar una serie de exámenes, nada más. Fue entonces, al acabar todos mis estudios, cuando me di cuenta de que el desarrollo de mi propia creatividad, de mis ideas, dependía de mí. Así que me puse manos a la obra y, en este proceso de exploración autodidacta, aprendí unas cuantas cosas que me iban a servir en mi trabajo como diseñadora, en mi camino hasta aquí. Y de eso vengo a hablarte hoy.
Claves para tener una gran idea
1.- El momento Eureka no existe
Algo en lo que cree mucha gente es en el “momento Eureka”, “inspiración divina”, “musas” o como quieras llamarle, cuando lo cierto es que nada de esto existe como tal. Es verdad que hay ocasiones en los que “se te enciende la bombilla” de repente, pero es que, cuando esto sucede, hay detrás un trabajo enorme de investigación, de empaparse de datos, de observación y de nutrir a tu subconsciente (el cual nunca deja de trabajar). Es después de plantar muchas semillas en nuestro cerebro, cuando la idea florece… Y no por arte de magia. Por eso muchas personas se frustran al pasarse horas delante de una hoja en blanco y ver que de ahí no sale nada de provecho… ¡porque antes hay mucho trabajo que hacer!
Como decía Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”
2.- Tu trabajo tiene que tener un “por qué”
Cuanto lo que haces tiene una razón de ser, un peso, es mucho más fácil que surja una idea triunfal. Sabes el motivo por el cual haces lo que haces, por qué ofreces eso, y no otra cosa. Ser auténtico cada día, es la base de un diseño genial.
La autenticidad, que va muy relacionada con nuestra parte más humana, de mostrar cómo eres, sin artificios. Así que te invito a que aportes algo de valor que llame la atención entre tanto ruido; algo atemporal, que no siga modas pasajeras; y que trates los detalles de tus diseños con cariño, ya que éstos marcarán la diferencia.
3.- Tu trabajo tiene que tener un “para quien”
Las ideas que suponen un antes y un después, son los que están completamente centrados en tu cliente. Esos son los diseños que valen la pena. Empatizar y conocer bien quién es esta persona, te ayudará muchísimo a conseguir un gran resultado y, por supuesto, a dejarle satisfecho por haber invertido el ti. Nunca subestimes a tu cliente. Aunque veas algunas cosas distintas a cómo lo hace él, no solo debes escucharle, sino que, además, debes leer entre líneas. Ahí están todas las claves de lo que necesita.
Cosas que ayudan
Piensa en lo que necesita tu cliente…
… no en lo que tú crees que necesita. Define el beneficio REAL que aporta tu trabajo, en lo que supone contratarte a ti y no a otro. De todo tu potencial, ¿qué es lo que vas a darle y qué va a hacer que vuelva a contar contigo en sucesivos proyectos?
Usa técnicas creativas y un método para desarrollar tus ideas
Todos nos atascamos a veces a la hora de desarrollar nuestras ideas… ¡y más si tenemos fechas de entrega ajustadas! Por eso es tan importante tener técnicas creativas a mano, que nos ayuden a estimular nuestra creatividad, métodos que podamos seguir para ir construyendo nuestro proyecto desde una base sólida.
Cosas que no ayudan
Autocensurarse
La autocensura es un límite “autoimpuesto” que nos impide que nuestra creatividad y nuestras ideas fluyan libremente. Es algo que responde a lo que a nosotros o a nuestro entorno nos parece o no “aceptable”. El miedo a que no guste, al qué dirán los demás… es un censor constante que vive en nuestro cerebro y no deja que las ideas salgan con libertad. Les ponemos freno antes de que lo hagan. En definitiva, es falta de confianza en tu potencial, en tus capacidades.
Es algo cultural, una de las muchas cosas que nos han ido inculcando. Todos lo tenemos, en mayor o menor medida, pero, si puedo darte un consejo, es que le escuches lo menos posible, y que plasmes todas tus ideas, verás como tu potencial y tus resultados se multiplican exponencialmente.
El Troll interno
Se trata de la vocecilla interna, esa chunga, que nos dice todo el rato cosas desagradables, del tipo “no lo vas a conseguir”, “no te metas ahí, no vale la pena…”. Se preocupa mucho por nuestra supervivencia, es un tema de instinto, porque él quiere evitar que nos demos un tortazo. Pero es cierto que, la mayoría de las veces, se pasa de la raya, porque nos frena al completo. Las personas que hacen caso al pie de la letra a su Troll, son las que nunca van a hacer nada distinto, no se atreven a sacar un nuevo servicio, a cambiar de trabajo ni a probar con otro peinado. Lo que al Troll le pasa, es que tiene miedo a equivocarse, a fracasar, por eso hace que sientas todo tipo de emociones negativas e intenta que te dejes guiar por ellas.
Este es otro amigo con el que convivir pacíficamente, pero sin hacerle ni caso. No intentes discutir con él, ni hacerle entrar en razón, no va a funcionar. Pero, te aseguro que, con un poco de esfuerzo y práctica, dejarás de escucharle y tu creatividad y tus ideas serán cada vez más geniales.
El camino para llegar a una buena idea no va en línea recta, sino que tiene curvas, altibajos y algunos tramos en los que hay que reducir la velocidad a causa de los baches. Sin embargo, todo eso hace que, una vez que llegamos a esa solución final tan estupenda, esa que nos hemos currado tanto, todo lo demás haya valido la pena hasta el último metro.
Disfruta del camino creativo. Es, sin duda, un trayecto lleno de aventuras.