Hoy tengo el placer de contar en la sección de Autores Invitados del blog con la gran experiencia en el mundo de las artes gráficas de Ismael Rozalén, gerente de La Gran Imprenta, para que nos cuente desde la parte técnica cuáles son los errores más frecuentes de preimpresión que se encuentra a diario (incluso con encargos de diseñadores gráficos profesionales o estudios de diseño ya experimentados). Además nos explica cómo debemos trabajar para evitar estos fallos para que nuestros diseños y trabajos para clientes queden perfectos después de pasar por «las máquinas» y, sobretodo, sin sorpresas de última hora.
Hace no demasiado tiempo nos llamó a La Gran Imprenta una diseñadora gráfica que trabajaba en el departamento de marketing de una empresa de cuyo nombre no quiero acordarme. Estaban considerando publicar una revista trimestral en papel. Ella llevaba años diseñando, pero siempre sus trabajos habían tenido como destino el mundo digital. La chica parecía muy profesional y derrochaba seguridad (decía muchas palabras en inglés y todo eso), así que tampoco creímos necesario darle demasiadas explicaciones, no se nos fuera a ofender.
Aprobaron el presupuesto y días después nos llegó el archivo. Era un PowerPoint. No, no me he equivocado al escribir: un PowerPoint como la copa de un pino americano. Pero sucedió algo aún peor, al decirle que eso no se podía imprimir no lo entendió y siguió defendiendo que su archivo estaba perfecto y que no se iba a poner a estas alturas a hacerlo de otra manera. Alguien dijo que lo malo no es decir estupideces, sino decirlas con énfasis. Amén.
Esto que os cuento es sólo un botón de muestra. En nuestro día a día nos encontramos con buenos diseñadores que hacen aguas en asuntos técnicos, en los requerimientos técnicos necesarios que debe tener un archivo para poder ser impreso de una manera profesional. Lo desconcertante es que son cosas que no tienen apenas complicación y que cualquiera que esté preparado para hacer un diseño en condiciones, tardaría poco más de un abrir y cerrar de ojos en comprenderlo y llevarlo a la práctica sin mayores problemas.
De eso trata este artículo, de las cuestiones fundamentales (y sencillas) que hay que tener en cuenta cuando estamos preparando unos flyers, pegatinas, tarjetas, revistas o lo que sea que tienen como destino una imprenta online o convencional. Vayamos punto por punto.
1. Con la resolución hemos topado, amigo Sancho
Aún hay gente que piensa que la resolución de un monitor es de 72 píxeles por pulgada y que si una imagen la prepara a 10 x 15 cm a 72 ppp, en todos los monitores del planeta Tierra se verá a ese tamaño. Craso error. No todas las pantallas tienen la misma densidad de píxeles. ¿Y entonces por qué se ha estandarizado esa cifra? Pues es algo que viene de lejos, de cuando todos los monitores tenían 15 pulgadas y contenían 1.024 x 768 píxeles. Pero, claro, las cosas han cambiado mucho desde entonces, y si antes eso era un estándar, ahora ya no hay regla que valga. Por no entrar a hablar de las pantalla retina, por ejemplo.
Toda esta complicación que encontramos en el terreno digital se simplifica en la impresión con imprentas. Aquí si hay una regla, con sus excepciones, como toda regla, pero una regla al fin y al cabo. Apunta:
Todas las imágenes han de estar a 300 ppp en el tamaño al que se vayan a imprimir. Es decir, si en unos trípticos hay una foto que mide 12 x 12 cm, tienen que contener 300 ppp en esa medida. Si bajamos de esa cifra, se pixelará. Sencillo, ¿no?
¿Y las excepciones?
Tal vez te estarás preguntando por qué para imprimir se necesitan 300 ppp y no otra cifra como 294 o 562. Es una cuestión fisiológica. Cuando al imprimir alcanzamos esa resolución el ojo humano no es capaz de distinguir los puntos que componen la trama de la imagen. Y en esto tiene mucho que ver la distancia del observador.
Pensemos en libros, revistas, folletos, pegatinas… todos estos productos están pensados para verlos a una distancia, digamos, de lectura. Sin embargo, cuando imprimimos para ver las cosas desde una mayor distancia el asunto cambia.
Un ejemplo: los enormes carteles de cine. Desde la acera los vemos claros, nítidos, muy bien definidos, pero si agarrásemos una escalera y los mirásemos a 20 centímetros no… Por eso, al diseñar para grandes formatos son aptas resoluciones mucho menores. Todo depende del tamaño y de la distancia desde la que, como decía líneas arriba, se vayan a ver. Una lona de 10 x 7 metros que se va a colgar de la cornisa de un edificio, con 60 ppp a ese tamaño va que chuta.
2. El modo de color, ese gran desconocido
La gran diferencia que existe entre una pantalla y un papel, para el asunto que nos ocupa, es que la pantalla emite luz, mientras que el papel la refleja. Y esto, amigos, es la madre del cordero. El asunto admite desarrollo, ya lo creo que sí, pero vamos a ir al grano.
En artes gráficas trabajamos con un modo de color llamado CMYK, correspondiente a las siglas en inglés de cian, magenta, amarillo y negro (en realidad la K es de key, por considerarse este color clave). Se trata de un modelo sustractivo, si sumamos C + M + Y el resultado sería negro. ¿Por qué entonces se utiliza la tinta negra si con los otros tres se conseguiría? Sencillo, si cada vez que se imprimiera algo negro hubiera que implicar 3 tintas el resultado sería algo comparable con un barrizal.
Hay máquinas que tienen más de 4 tintas, pero eso lo vamos a dejar para otro artículo, porque es algo demasiado técnico para lo que perseguimos ahora.
El modo CMYK también se conoce como cuatricromía (el que se refiera a él como cuatricomía lo escribirá correctamente cien veces en el encerado), y la impresión a todo color se consigue alternando pequeños puntitos de cada uno de estos cuatro canales. Es decir, las tintas no se mezclan, sino que son puntos independientes de cian, amarillo, magenta o negro que están tan pegados los unos a los otros que el ojo los contempla como una unidad, como una imagen. Os animo a que cojáis una lupa (o si disponéis de un cuentahílos, mejor) y observéis una foto de un libro cualquiera.
Y ahora voy a lo fundamental: las gamas de color de CMYK y RGB no son las mismas, por eso, entre otras cosas, es tan importante diseñar en CMYK cuando el trabajo tiene como destino una imprenta. Algunos tal vez estéis pensando que se puede trabajar con RGB y luego pasarlo a CMYK. Tenéis razón sólo a medias. Claro que es posible hacerlo, de hecho en cualquier software como Photoshop o Illustrator es simplemente desmarcar una opción y marcar la otra, pero el problema, como decía antes, es que la gama de color no es idéntica y, por tanto, hay colores en RGB que no existen en CMYK y viceversa.
Muchos tonos de violeta no se pueden reproducir en CMYK o, por poner otro ejemplo, el azul puro es imposible conseguirlo en cuatricromía.
Por tanto, os recomiendo que, para evitar sustos, comencéis y terminéis vuestros diseños utilizando siempre el modo CMYK. Si queréis profundizar más sobre este asunto, echad un vistazo a este artículo de la Wikipedia
3. La sangría (no, no es la bebida veraniega)
Sangría, sangrado o sangre. Tres sinónimos para nombrar una de las cuestiones más importantes de las que tenéis que tener en cuenta. Hablemos un poco sobre ello.
Como suele suceder con las cuestiones gráficas, es algo mucho más difícil de describir con palabras que de entenderlo con un ejemplo visual. Veamos primero las imágenes y luego entramos en su razón de ser:
Imagina que vas a imprimir en La Gran Imprenta unos carteles de 70 x 100 cm. El póster está ocupado por entero por la foto de un paisaje noruego. Así que lo diseñas a esa medida y accedes a nuestra imprenta online para hacer el encargo. Pero hay algo que no entiendes. En la ficha de ese producto lees:
Tamaño de diseño: 70,4 x 100,4 cm
Tamaño finalizado: 70 x 100 cm
¿Y esto qué es? Nuestra amiga la sangre, que ha llegado para aguarte la fiesta. Esas cifras corresponden a los 2 mm que tienes que añadir a cada lado del documento de diseño, y es hasta ahí hasta donde tienes que llevar la foto de precioso paisaje noruego. Y, como todo en esta vida, tiene un sentido.
Estoy seguro de que quieres que la foto llegue hasta el final del papel, que no quede ni un ápice de papel blanco en el perímetro y que las medidas finales sean las prometidas, esto es, 70 x 100 cm. Y precisamente para asegurarnos de que se cumplan esas dos condiciones es necesario el sangrado, de esta manera la guillotina corta por el sitio justo con la seguridad de que no va a quedar a la vista ni una micra del blanco del papel.
Como norma general el añadido es de 2 milímetros a cada lado. No obstante, nosotros siempre especificamos en cada producto de impresión la sangre que es necesaria. Incluso en las plantillas que puedes descargarte ya hemos incluido la sangría para que no tengas que preocuparte por esa configuración.
4.Las fuentes (éstas tampoco son para beber, lo siento)
Es más que recomendable que antes de enviar tu trabajo para imprimir rasterices todas las fuentes que compongan tu diseño. Dependiendo del programa que utilices lo llamarán de formas distintas: rasterizar texto, convertir a curvas, crear contornos…
De esta manera no tendremos problemas con la tipografía. En nuestra imprenta online disponemos de un catálogo tipográfico muy extenso, pero existen tal número de fuentes que es imposible tenerlas todas.
Al rasterizar las fuentes consigues que cada uno de los caracteres sean objetos en lugar de tipografía y de esa manera es igual que la imprenta tenga o no esa fuente. Si lo haces así, te evitarás sorpresas al recibir tu trabajo, aunque en nuestro caso siempre avisamos a los clientes si nos encontramos con un problema en la tipografía.
5. San PDF bendito que en los Cielos tienes tu morada
Su nombre corresponde a las siglas en ingles de Portable Document Format (formato de documento portátil). Es normal que en todos los programas de diseño gráfico tengas la opción de guardar en este formato, incluso si el software no incluyese esta posibilidad (cosa rara), siempre queda la opción de crear una impresora virtual PDF para pasar nuestros archivos a este formato.
Las imprentas le debemos mucho. Un buen día pasamos de que los clientes nos hicieran llegar sus trabajos en mil formatos distintos a uno solo y que, además, se comportaba siempre igual, viese donde se viese. Y eso, amigos, es una ventaja prácticamente impagable. Esta estandarización tuvo como consecuencia una mejora en la calidad de los trabajos, y los problemas que antes sucedían por incompatibilidades de programas, versiones, plataformas… desaparecieron como por arte de magia.
En impresión tenemos un dicho que reza: Si se ve bien en PDF, se imprimirá bien. Claro está que para que eso se cumpla el archivo que va a ser exportado tiene que cumplir con los requerimientos técnicos que hemos desarrollado en esta entrada.
Al exportar (o guardar) en PDF te darás cuenta de que existen muchos estándares preestablecidos: PDF X1a (2001), PDF X3(2002), PDF X4 (2008)…, es un asunto muy técnico y para explicarlo bien se necesitaría una entrada exclusiva para ello (todo se andará).
Pero ahora viene la buena noticia: Para nuestra imprenta online, basta con que escojas la opción de Impresión de Alta Calidad y nosotros nos encargaremos del resto. Siempre hacemos la comprobación de que su configuración es la adecuada utilizando herramientas específicas para ello. Nuestro consejo es que si no sabes muy bien lo que haces, te decantes por la Impresión de Alta Calidad. Si hay algún problema, te avisaremos, no te preocupes por eso.
Bonus extra: ¿Te has quedado con ganas de saber más?
En La Gran Imprenta disponemos de un área que llamamos Aula de impresión. En ella encontrarás mucha información no sólo de lo que hemos hablado hoy, sino de técnicas más avanzadas como, por ejemplo, como diseñar unas tarjetas con relieve, con reserva de barniz, como marcar en el diseño un troquelado… en fin, un montón de tutoriales a tu disposición.
Seguro que encontrarás temas interesantes para ti, todos ellos redactados de forma lo más didáctica posible, centrándonos en configuraciones paso a paso, para que no te pierdas en ningún momento.
¿Cuáles son tus principales problemas cuando preparas tus diseños para imprenta?
¡Cuéntamelo en los comentarios!
Acerca de Ismael Rozalén:
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Licenciado en Periodismo, trabajó durante 18 años para medios de comunicación nacionales e internacionales. Actualmente es el gerente de La Gran Imprenta, una de las imprentas online de referencia en España. Apasionado por las Artes Gráficas y todo lo que tenga que ver con comunicación visual.