Cuando tenía 21 años y en medio de una época de transición en la que acababa de terminar un curso de Diseño Gráfico y unos meses después acabaría trabajando con una beca en el Museo Guggenheim de Bilbao, monté mi primer «pequeño negocio online» en el que vendía complementos y bisutería hecha por mi (carteras de fieltro, figuritas de fimo, bisutería de abalorios…) porque siempre me han gustado las manualidades y el «DIY».
No suelo hablar sobre esto porque se trataba más de un pasatiempo nada rentable en el que con lo que vendía no me daba ni para pagarme los materiales que utilizaba (aparte de que no era un negocio en regla) pero me hizo aprender muchísimo sobre ciertos aspectos del mundo de los negocios online aunque fuese a muy pequeña escala. Sólo fueron unos meses de pruebas y pocos encargos pero aprendí bastante a desenvolverme en temas de gestión de pedidos, captación de clientes o fijación de precios.
En aquella época no tenía tienda online ni página web, tenía mi blog recién estrenado donde publicaba retoques fotográficos pero yo me movía mucho por el «Fotolog» y Flickr para darme a conocer (todavía facebook y demás redes sociales estaban en braguitas). Participaba muchísimo en foros y grupos sobre artesanía y manualidades donde hablaban entre otras cosas sobre temas de marketing y ventas y descubrí que la fijación de precios tenía bastante más complejidad de la que pensaba.
Muchas artesanas ponían precios bajísimos porque lo hacían como aficionadas y no como su actividad principal, otras copiaban los precios de otras artesanas, otras calculaban los costes de los materiales y añadían un porcentaje sobre ello para calcular el precio final… Pero las que realmente ponían precios más elevados lo hacían porque tenían un producto de calidad y diferente al resto.
Tengo que decir que yo soy Técnico en Gestión comercial y Marketing y que además he trabajado como administrativa también con responsabilidades relacionadas con la fijación de precios y venta pero aplicar la teoría me resultaba bastante difícil. Así que imagino que para un diseñador sin conocimientos de Marketing debe serlo aún más.
Ha pasado bastante tiempo desde aquello pero cuando decidí hacerme Diseñadora Freelance y emprender por mi cuenta me encontré en una situación similar:
Estaba perdida y sin saber por dónde empezar a poner el precio de mis servicios.
La cuestión es que en la carrera o cursos de diseño nos enseñan a diseñar, pero no nos enseñan la parte que tiene que ver con los negocios y cuando te pones como freelance te sientes bastante sólo en ese sentido.
Te voy a contar cómo fijé mis precios de diseño basándome en 3 métodos diferentes pero muy relacionados entre sí: la competencia, los gastos y el valor entregado.
La metodología para fijar tus precios
Lo primero que hice fue mirar lo que estaba haciendo mi competencia y los precios que se estaban barajando en el mercado. Intenté posicionarme con unas cifras bastante económicas pensando que así conseguiría más clientes. Primer error. Las estrategias Low Cost no funcionan y aquí te explico en detalle por qué.
Así que el primer método se basa en la competencia y el posicionamiento frente a ella.
Después de darme cuenta de que estaba haciendo el tonto y perdiendo dinero es cuando lancé mi aplicación para calcular tu precio/hora según tus gastos mensuales: la Calculadora Freelance.
De esta forma entraba en juego otro dato más, que se ajustaba más a mi realidad y que tenía en cuenta mi situación financiera. Ahora conocía el valor de mi tiempo aproximado para no perder dinero. Así que el segundo método se basaba en un cálculo según mis gastos y el valor de mi tiempo.
La realidad es que es un método bastante sencillo pero no tiene mucho sentido cobrar el precio de tu trabajo sólo basándote en tus gastos y el tiempo dedicado. Si otro diseñador hace trabajos de peor calidad pero tiene muchos más gastos ¿por qué debería cobrar yo menos que él? Y si alguien tarda el triple que yo en realizar un logotipo porque acaba de empezar ¿va a cobrar más que yo que tengo más experiencia?
Lógicamente no. Entonces es aquí donde entra en juego el tercer método: fijación de precios según el valor entregado al cliente. El método al que deberíamos aspirar todos. En esta fase nos fijaríamos en los beneficios que el cliente va a obtener gracias a tu trabajo y no sólo en el esfuerzo que supone para ti realizarlo. Aquí entran en la ecuación muchos más factores como tu experiencia, tu marca personal o tu nivel de especialización en la materia.
Este método es el más complicado pero no hay que dejar de lado los otros dos, se trata de 3 métodos complementarios y de un recorrido natural en el que el objetivo es llegar al tercer método y fijar unas tarifas justas para ti y para tu cliente.