Hoy he pedido cita en una peluquería después de mucho tiempo sin pisar una y resulta que tiene mucho que ver con el mundo del freelancing.
En los últimos 3 años creo que sólo he ido 1 vez a un salón de belleza y fue para «ponerme mona» para los videos de mi programa formativo Imperio Freelance.
Yo no soy muy de peluquerías ni de tratamientos de belleza pero hay un motivo por el que en estos últimos años todavía me ha gustado menos y los que me conocen o me han seguido últimamente por la newsletter lo saben:
En resumen, tengo una enfermedad autoinmune que se llama «alopecia areata» desde hace más de 3 años que hace que se me caiga el pelo por zonas. Ya descarté todos los problemas graves asociados y esto no es más que una cuestión de gestión emocional que sale fuera.
Para mi este tema ha sido muy delicado durante todo este tiempo y, aunque ahora lo llevo muy bien y he mejorado muchísimo por fuera y por dentro, no me atrevía a pisar una peluquería y tener que explicar esto a un desconocido o no explicarlo y sentirme juzgada por ignorancia.
Durante este tiempo he pasado por diferentes fases: tratamientos médicos, corticoides, terapias naturales y psicoterapia para buscar la raiz del problema y ponerle solución desde dentro. Y eso pasa también por haber empezado a invertir más en mi salud, en el cuidado de mi cuero cabelludo, en utilizar productos naturales sin químicos y un sin fin de cambios fuera y dentro de mi.
¡Toma melena al viento! XD
No te cuento esto para dar lástima (soy feliz y ya no tengo complejos con este tema) sino para ilustrarte con una historia personal lo mucho que se parecen todos los negocios aunque no sean de servicios de diseño. Al fin y al cabo todos los clientes y consumidores que buscan resolver sus problemas pagan más cuando su problema es mayor y encuentran una solución específica para ellos.
El caso es que hoy he pasado con mi hermana delante de una peluquería de mi barrio que es diferente a las demás porque en su escaparate se ve que utiliza sólo productos orgánicos, lo más naturales posibles, buenos para la salud y para el medio ambiente. Muy en sintonía con los productos que llevo utilizando los últimos años. Osea, que este es su punto diferencial y su propuesta de valor que ha hecho que me llame la atención y me interese frente a otras peluquerías tradicionales de mi barrio.
Por eso Elsa y yo hemos decidido entrar a preguntar. Nos han atendido super bien y hemos estado hablando de mi problema para ver si ellas tenían algún tratamiento que pudiera ayudarme y para ver si sus productos eran compatibles con mi piel y mi pelo. Resulta que una de las dueñas ha pasado por la misma enfermedad y comprendía mi contexto a la perfección.
Por eso he conectado al instante con ellas y he dedicido pedir cita y hacerme un cambio de look y tratamiento para mi cuero cabelludo completo. Lo que se traduce en dinero para ellas. Y por otro lado encontrar una posible solución para mi problema de fondo (aunque no tenga garantías, nada las tiene de hecho) pero también solución a mi problema de no pisar las peluquerías por miedo a no sentirme comprendida.
Existen las peluquerías low cost pero prefiero pagar más por tener un servicio especializado en mi problema y que alguien entienda mi caso y contexto.
¿Qué conclusión podemos sacar de esto?
Aportar valor a tus clientes potenciales entendiendo sus problemas y ayudando a un público concreto te permite conectar mucho mejor con ellos, diferenciarte de la competencia generalista low cost y además tener unos precios superiores.
¿Por qué te cuento esto?
Porque existen en el mercado muchísimos diseñadores generalistas y low cost que hacen de todo para todo el mundo.
Y existen, en menor medida, diseñadores especializados en un tipo de cliente con unos problemas concretos, que pueden dar una solución específica a ese nicho y con clientes encantados de pagar más por un servicio de calidad que encaja mucho mejor con ellos y su negocio.
La mayoría de las decisiones que tomamos en nuestra vida o nuestro negocio están basadas en emociones y predisposición mental influenciada por nuestras vivencias. Después usamos la lógica para justificar cualquier decisión. Pero realmente nuestras decisiones por lo general tienen un componente emocional más que racional o lógico. Pensamos que somos racionales pero en realidad somos muy emocionales.
Lo mismo pasa por la mente de nuestros clientes y por eso es tan importante crear una marca y comunicación que conecte profundamente con nuestros potenciales clientes para que les ayude a elegirnos a nosotros y no a la competencia.
Esto no lo digo yo, lo dicen muchos expertos de marketing como Jeff Walker, Daniel Kahneman o Dan Ariely.
«Compramos» a la persona – cuando se trata de contratar un servicio – por cómo hemos sentido que puede ayudarnos y entender nuestro problema.
Por eso es tan importante definir muy bien tu nicho y cliente ideal para entender su contexto, saber cómo ayudarles y conocer a la perfección sus problemas cuando buscan a un diseñador.
Eso es lo que te hace auténtico y diferente.
¡Especialízate en un nicho de mercado y ofrece una solución que resuelva un problema grande por el que tus clientes potenciales estén dispuestos a pagar más!